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domingo, 4 de enero de 2009

Meganánoles de Elea

Un error harto común entre la intelectualidad moderna consiste en creer que la Vanguardia Metafísica no posee una historia previa a los trabajos de Cadell, que es el producto de la mente de un solo hombre, así como el Marxismo lo es de Marx, o el Liberalismo de Arce Líber. Si bies es cierto que William Anarawd Cadell, fue uno de los primeros en ordenar los puntos principales de tal pensamiento en un cuerpo sistemático coherente, es también cierto que muchos pensadores antes que él (en particular Manothon en Egipto y Vico en Roma) siguieron líneas de reflexión similares, que en muchos casos los llevaron a conclusiones prácticamente idénticas a las del gran maestro ítalo-inglés. Uno de estos fue el filósofo eleata Meganánoles de Elea.
Lo que sabemos de Meganánoles de Elea es en verdad muy poco; sólo conservamos de él escasísimos fragmentos, y algunas referencias a dicho filósofo hechas por Aristóteles en sus obras “De Coelo” y “De Scientia”, así como un manuscrito biográfico atribuido a Diógenes Laercio, que los filólogos modernos consideran espurio. Se cree que fue discípulo de Sultano de Halicarnaso, Alpédocles de Rodas, y tal vez de la filósofiza Hidromuria de Lesbos. Tal vez el mejor medio de acercarse a la filosofía de Meganánoles sea a través de la obra de Al-Hacrán, historiador persa, nacido Abū Alī al-Hacaran ibn al-Hasin ibn al-Haytham, del siglo VIII d.c., quien en su “Qawl fi al-Makan”, hace amplias referencias a Meganánoles, a quien considera el más cercano entre los filósofos paganos a la doctrina del Corán.
Al igual que los Mayas, Meganánoles sostenía que el elemento primordial del universo era el lodo, de cuyas fluctuaciones calóricas se derivarían todos los otros elementos. Es este uno de los principales argumentos que permiten suponer que las civilizaciones precolombinas mantuvieron algún tipo de contacto con la cultura helénica.
Opinaba asimismo que el alma era inmortal, indivisible e ignífuga, y que luego de la muerte se separaba del cuerpo, tomando la forma de luciérnaga, para luego ir a sumergirse al lodo, por medio del cual se reincorporaba al ciclo vital. Era un apasionado defensor de la teoría de la generación espontánea. Creía que si un gusano penetraba en el ano de un hámster, se creaba un ratón.
Meganánoles fue también un respetado astrónomo, el primero en teorizar acerca del lado oscuro de la Luna. Según sus estudios, afirmaba que el astro estaba compuesto de 20 variedades distintas de queso. Sobre su superficie habitaba una población de ratones que devoraban todo el queso en 14 días, dejando en descubierto el núcleo lunar donde habitaban hámsters y gusanos. Al cabo de 14 días, el queso se regeneraría naturalmente y ya se habría creado una nueva población de ratones que daría comienzo al ciclo nuevamente. También se le atribuye un teorema epónimo, que en realidad es un caso particular del Teorema de Tales.
De la Biblioteca de Alejandría sobrevivió un índice de las obras de Meganánoles confeccionado por Aristarco de Samotracia en el que figuran 2543 títulos, como “Sobre la Generación de la Vida”, “Sobre el Sentido del Universo” y “Sobre las virtudes y los vicios de las féminas”.
Según Diógenes Laercio habríamos perdido 8 libros sobre la Naturaleza, 3 sobre retórica, 9 sobre gramática, 7 sobre el Ser, 5 sobre los animales marinos, 4 sobre los animales terrestres y 9 sobre poética.
Lamentablemente, sólo nos han llegado unos veinte fragmentos inconexos de su Política, un trozo altamente incompleto de su Sobre los Animales Lunares y la pieza citada a continuación de su “Sobre el Ser”: “...la realidad […] puede ser […] y [abordada] desde perspectivas disímiles de acuerdo con […] y […], la variación de los [estados] anímicos…”. Este pensamiento influenciaría luego a Anarawd Cadell a crear un sistema filosófico centrado en una postura típicamente metafísica, para intentar lograr una síntesis de la realidad en términos cuantitativos. Por tanto, es justo pensar que Meganánoles fue, en cierto sentido, el “abuelo” de la Vanguardia metafísica Sobre Meganánoles escribió Anarawd Cadell en su obra “De Prima Acies Metaphysis” que “sin su aporte, sería imposible pensar el mundo en términos ultra-físicos.” Johann Von Tür escribió de él: “Ningún filósofo antes de Platón, tuvo uno mente tan dilucidadora respecto de la realidad subyacente al cosmos y la función del Ser en el Universo.” (“Hand nehmen Sie Aristoteles”, 308).
Se cree que Meganánoles vivió entre los siglos VIII y VI a.c, que fundó una serie de colonias en Sicilia, entre ellas Meganania (actualmente Catania), y que murió en un naufragio en la costa de Messina. También se ha sospechado, debido al enorme caudal creativo atribuido a Meganánoles, que no se trata de una persona histórica si no de un conjunto de filósofos, siendo Meganánoles su pseudónimo grupal.

Imagen: “Meganánoles de Elea”. Pintura de Carlo Dolci. 1632.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Teoría de los Colores de Anarawd Cadell

Cuando Newton sentenció su celebérrima frase: “Si es que he podido ver más lejos, fue porque me he subido a hombros de gigantes”, se refería a grandes escultores del edificio del pensamiento y la cultura, entre ellos Aristóteles, Aristarco de Samos, Euclides y William Anarawd Cadell. Este último fue uno de los primeros en abordar el problema de modelizar la naturaleza de la luz.
La idea de componer un tratado sobre la naturaleza de la luz y los colores surgió con la lectura del libro primero de la Metafísica, de Aristóteles, autor con el que entró en contacto durante su viaje a Medio Oriente. Además pudo allí obtener copias traducidas al latín de Los Elementos de Euclides. Ciertos escoliastas toman como verdadero el relato citado en “Apología De Anarawd Cadell” (Pág. 1138), y consideran que la inspiración le vino en un sueño. La obra resultante recibió el título de “Spectrum Totum Visible Hominum Oculis Videri Possunt”.
Pasando por alto sus obvias deficiencias de coherencia lógica, algunos puntos interesantes y valorados desde el punto de vista histórico de la ciencia son los siguientes:
Si bien considera a los distintos colores como parte de un espectro luminoso, a diferencia de Newton y otros miembros de la Royal Society, William Anarawd Cadell consideró a la luz como compuesta sólo por dos partículas: Umbriones (portadoras de negro) y Lictiones (con color blanco). De esta manera, se arriba a la premisa fundamental sobre la que se sostiene todo el trabajo: que todos los colores del espectro visible no son más que diferentes gradaciones de blanco y negro.
Anarawd Cadell distinguió dieciocho magnitudes medibles o propiedades inherentes al color: altura cromática, delebleza, densidad lumínica, fluoridad, profundidad acústica, timbre tonal, gradación fosfórica, covariancia térmica, independencia armónica, carga líctica, conductividad sinestésica, capacidad apagadora, flujo de dispersión, emitancia retroactiva, receptancia, saturación crítica, vectorización relativa y color.
La teoría además postula la existencia de dos órganos diferentes en los componentes del ojo humano: la esclerótica (vulgarmente conocida como “la parte blanca del ojo”) se especializaría en detectar Umbriones (color negro) mientras que la pupila serviría como sensor de Lictiones (color blanco). Nótese que subyace el concepto de atracción de partículas con cargas opuestas, retomado años más tarde en innumerables oportunidades, sobre todo por Hendrik Antoon Lorentz en la formulación de la Fuerza de Él Mismo (Lorentz, claro está).
El valor histórico atribuido a su obra está justificado por la innovadora idea de crear un sistema de conceptos y magnitudes medibles para la explicación de un fenómeno complejo. En este sentido, y sólo en este sentido, puede considerarse a William Anarawd Cadell un pionero de la Filosofía Natural.

Imagen: Fotografía del manuscrito original elaborado por William Anarawd Cadell. (Nótese el dispositivo, arriba al centro, usado para calcular las resultantes cromáticas.) Gentileza del British Museum of Science and Teosophy, Londres.