lunes, 26 de enero de 2009

Haanssens van Hoogsenbeeck, artista ecléctico

Hoy es un día muy especial para el arte europeo y especialmente para la ciudad de Haarlemmermeer, siendo el centésimo vigésimo aniversario del nacimiento de uno de los pintores más celebérrimos de los Países Bajos: el ilustre Jan Adriaen Haanssens van Hoogsenbeeck.
Haanssens van Hoogsenbeeck, quien es actualmente considerado por la crítica especializada como uno de los artistas más “rompedores” de principio de siglo XX, comenzó sus estudios de pintura en el atelier del maestro impresionista Willem Temminhoek. Allí estudió tanto a los maestros del Barroco (siendo sus preferidos Vermeer y Linoonen) como a los impresionistas franceses. Su formación tan amplia lo dotó de una versatilidad plástica pocas veces vista y le permitió desarrollar un estilo personal e íntimo, logrando condensar diversas corrientes estéticas con fines artísticos.
Su primera gran obra se titula “El Infierno de las Hespérides”. Es un cuadro de proporciones inusualmente humildes (tan sólo 47x35cm) que plasma, posiblemente, sus emociones y pensamientos sobre su infancia en la campiña. Impregnado del estilo de su maestro, acaso deja translucir el genio de un artista que aún no ha hallado su propio estilo. Posteriormente, inspirado
por los principios neoplasticistas de Mondrian y Theo van Doesburg y por la sistematización compositiva establecida por Kandinsky y Klee en la Bauhaus, logró conciliar ambas corrientes y sintetizarlas en el extraordinario tríptico “Árida Desolación, Esperanza Fugaz, Búsqueda Ontológica”.
Convertido ya un artista consagrado, conoció, durante un viaje a París en 1947, entre otros, a Pablo Picasso, Maurice Merleau-Ponty, Theodore Adorno y Gaston Joseph Engin.
Cuatro años más tarde, acaso intuyendo la proximidad de su muerte, el eximio artista decidió plasmar en su última obra sus conclusiones tras años de meditación y contemplación del Universo. “Niets Natuur” es un óleo que expresa, quizás, la calma y el equilibrio de un espíritu pleno y anciano. Ejecutado con pinceladas à la Temminhoek, la más postrera de las obras retoma el estilo de las primeras, dando así al Opus Collectio un cierre a la manera de bucle infinito.
En palabras de Engin: “…ciertamente, no forma parte de la mentalidad moderna el pensar en Rafael como un excepcional pintor, siendo que la calidad de su inventiva transciende ampliamente el campo de la mera competencia profesional. Lo mismo puede decirse de Haanssens van Hoogsenbeeck: en sus trabajos, asistimos a un espectáculo en que la avasallante potencia de la imaginación eleva las impresiones visuales de una trascendental e imperceptible belleza inescrutable, superando ampliamente los límites del mero diseño consciente. ”

Imágenes: “Hel van Hesperiden”. 1906. Colección privada.
“Aride verlatenheid, kortlevend hoop, ontologische zoektocht”. Tríptico. 1925. Colección privada.
“Niets Natuur”. 1951. Nederlands Abstract Kunst Museum.

domingo, 4 de enero de 2009

Meganánoles de Elea

Un error harto común entre la intelectualidad moderna consiste en creer que la Vanguardia Metafísica no posee una historia previa a los trabajos de Cadell, que es el producto de la mente de un solo hombre, así como el Marxismo lo es de Marx, o el Liberalismo de Arce Líber. Si bies es cierto que William Anarawd Cadell, fue uno de los primeros en ordenar los puntos principales de tal pensamiento en un cuerpo sistemático coherente, es también cierto que muchos pensadores antes que él (en particular Manothon en Egipto y Vico en Roma) siguieron líneas de reflexión similares, que en muchos casos los llevaron a conclusiones prácticamente idénticas a las del gran maestro ítalo-inglés. Uno de estos fue el filósofo eleata Meganánoles de Elea.
Lo que sabemos de Meganánoles de Elea es en verdad muy poco; sólo conservamos de él escasísimos fragmentos, y algunas referencias a dicho filósofo hechas por Aristóteles en sus obras “De Coelo” y “De Scientia”, así como un manuscrito biográfico atribuido a Diógenes Laercio, que los filólogos modernos consideran espurio. Se cree que fue discípulo de Sultano de Halicarnaso, Alpédocles de Rodas, y tal vez de la filósofiza Hidromuria de Lesbos. Tal vez el mejor medio de acercarse a la filosofía de Meganánoles sea a través de la obra de Al-Hacrán, historiador persa, nacido Abū Alī al-Hacaran ibn al-Hasin ibn al-Haytham, del siglo VIII d.c., quien en su “Qawl fi al-Makan”, hace amplias referencias a Meganánoles, a quien considera el más cercano entre los filósofos paganos a la doctrina del Corán.
Al igual que los Mayas, Meganánoles sostenía que el elemento primordial del universo era el lodo, de cuyas fluctuaciones calóricas se derivarían todos los otros elementos. Es este uno de los principales argumentos que permiten suponer que las civilizaciones precolombinas mantuvieron algún tipo de contacto con la cultura helénica.
Opinaba asimismo que el alma era inmortal, indivisible e ignífuga, y que luego de la muerte se separaba del cuerpo, tomando la forma de luciérnaga, para luego ir a sumergirse al lodo, por medio del cual se reincorporaba al ciclo vital. Era un apasionado defensor de la teoría de la generación espontánea. Creía que si un gusano penetraba en el ano de un hámster, se creaba un ratón.
Meganánoles fue también un respetado astrónomo, el primero en teorizar acerca del lado oscuro de la Luna. Según sus estudios, afirmaba que el astro estaba compuesto de 20 variedades distintas de queso. Sobre su superficie habitaba una población de ratones que devoraban todo el queso en 14 días, dejando en descubierto el núcleo lunar donde habitaban hámsters y gusanos. Al cabo de 14 días, el queso se regeneraría naturalmente y ya se habría creado una nueva población de ratones que daría comienzo al ciclo nuevamente. También se le atribuye un teorema epónimo, que en realidad es un caso particular del Teorema de Tales.
De la Biblioteca de Alejandría sobrevivió un índice de las obras de Meganánoles confeccionado por Aristarco de Samotracia en el que figuran 2543 títulos, como “Sobre la Generación de la Vida”, “Sobre el Sentido del Universo” y “Sobre las virtudes y los vicios de las féminas”.
Según Diógenes Laercio habríamos perdido 8 libros sobre la Naturaleza, 3 sobre retórica, 9 sobre gramática, 7 sobre el Ser, 5 sobre los animales marinos, 4 sobre los animales terrestres y 9 sobre poética.
Lamentablemente, sólo nos han llegado unos veinte fragmentos inconexos de su Política, un trozo altamente incompleto de su Sobre los Animales Lunares y la pieza citada a continuación de su “Sobre el Ser”: “...la realidad […] puede ser […] y [abordada] desde perspectivas disímiles de acuerdo con […] y […], la variación de los [estados] anímicos…”. Este pensamiento influenciaría luego a Anarawd Cadell a crear un sistema filosófico centrado en una postura típicamente metafísica, para intentar lograr una síntesis de la realidad en términos cuantitativos. Por tanto, es justo pensar que Meganánoles fue, en cierto sentido, el “abuelo” de la Vanguardia metafísica Sobre Meganánoles escribió Anarawd Cadell en su obra “De Prima Acies Metaphysis” que “sin su aporte, sería imposible pensar el mundo en términos ultra-físicos.” Johann Von Tür escribió de él: “Ningún filósofo antes de Platón, tuvo uno mente tan dilucidadora respecto de la realidad subyacente al cosmos y la función del Ser en el Universo.” (“Hand nehmen Sie Aristoteles”, 308).
Se cree que Meganánoles vivió entre los siglos VIII y VI a.c, que fundó una serie de colonias en Sicilia, entre ellas Meganania (actualmente Catania), y que murió en un naufragio en la costa de Messina. También se ha sospechado, debido al enorme caudal creativo atribuido a Meganánoles, que no se trata de una persona histórica si no de un conjunto de filósofos, siendo Meganánoles su pseudónimo grupal.

Imagen: “Meganánoles de Elea”. Pintura de Carlo Dolci. 1632.