domingo, 24 de agosto de 2008

Segunda y última etapa de la agitada vida de Johann Von Tür

Hemos hablado con fruición de lo que usualmente se conoce como la primera etapa en la vida del teórico vanguardimetafísico alemán Johann Von Tür; de sus trabajos, de sus pasiones y de las adversidades que moldearon un carácter tan único y complejo. Ahora trataremos de la segunda etapa.
Si bien existen al respecto discrepancias, actualmente la mayoría de los estudiosos contemporáneos coinciden en situar el inicio de la segunda etapa en 1918, cuando finaliza la primera etapa y, en vano, intentó contactar el espíritu de su admirado De La Chatouiller, en su único viaje a Islandia. Frustrado, abandonó la desértica isla, para la sorpresa de su amante, la esposa del druida que lo acompañó abnegadamente en su fallida empresa, a quien sedujo con promesas que nunca se vieron realizadas.
Buscando la paz necesaria para su creación, decidió regresar a Europa continental, y recluirse en la abadía benedictina Stift Melk. Allí, completó la mayor parte de su caudal literario, escribiendo obras tales como “Geschichte die Metaphysik Vorhut”, considerada por él como su obra más importante. Dejó asimismo cantidad de epístolas, remitidas a la mayor parte de los vanguardimetafísicos de la época (entre ellos mi padre, señor Fortún Ochoa Fortuñón), en que discute importantes temas concernientes a las esferas de ciencia, arte, música, literatura, filosofía y parapsicología. Otras obras presumiblemente atribuibles a este periodo son “Flucht aus der Antike”, “Hand nehmen Sie Aristoteles” y “Kritisiert Grund unrein”. Incontables manuscritos se perdieron para siempre durante la invasión nazi, perdiéndose con ellos uno de los tesoros más valiosos de la historia del pensamiento.
Mas en este tiempo no abandonó su obsesión por De La Chatouiller, llegando a contactar gracias a la esposa de uno de sus amigos epistolares al sobrino del gran maestro francés, Claude Luc Théodore Gérard De La Chatouiller. No conocemos como sucedió exactamente, pero lo cierto es que en menos de un mes los dos hombres se convirtieron en grandes amigos, o al decir de Von Tür, en “hermanos de causa”, llegando éste a establecerse en la mansión ubicada en Corbeil-Essonnes, a orillas del Sena, con De La Chatouiller y su esposa. Gracias a los documentos preservados por la familia del pensador francés, les fue posible a ambos hombres reconstruir muchas de sus obras. Sin embargo, se sospecha que el material fue altamente adulterado, con la finalidad de preservar la imagen casta y pura de Émile De La Chatouiller, y para disimular sus adicciones y el notable efecto que éstas tenían en su prosa.
No obstante, esta notable sociedad entre el alemán y el francés llegó a un fin poco placentero. Von Tür nos narra con lujo de detalles lo sucedido, en sus “Memoiren”:
“…Adeline (esposa de Claude De La Chatouiller) llamó mi atención desde la primera vez que nos conocimos. Con sus 17 años, era toda una mujer, que no lograba adaptarse a su papel de esposa. Su alma apasionada tenía necesidades que (Claude) De La Chatouiller no podía satisfacer. Y me lo hacía saber, constantemente, ofreciéndome café, haciéndome preguntas intrascendentes, abriendo las ventanas de la habitación en que me encontraba, en fin, intentando procurar mi comodidad, mientras su esposo se ausentaba. Mi gratitud hacia ella era gigante, y crecía más a cada hora. Decidí finalmente actuar…”
Y actuó. Johann Von Tür era un hombre de palabra, para el cual el agradecimiento era una de las virtudes principales. Lamentablemente, De La Chatouiller no lo vio de esa manera.
Von Tür pasó los últimos años de su vida recluido en una campiña cerca de Greifswald, al norte de Alemania, trabajando en la que pensó sería su obra más grande, y aquella con que se justificaría ante el mundo, sus “Memoiren”. Trabajó también en otros escritos como “Verführenrischen Frauen fremd”. Su interés por la cábala le ganó la antipatía acérrima del régimen nazi, razón por la cual sólo contamos con fragmentos de muchas de sus obras.
Murió de neuro-sífilis, a la edad de 64 años, en 1940. A su funeral asistieron las esposas de casi todos sus antiguos amigos, en señal de respeto al gran hombre y a su mastodóntico pensamiento.

Imagen: “Johann Von Tür y Claude De La Chatouiller”. Fotografía de Hans Bellmer. 1926.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi mente, sabia de filosofia, culta de historia, joven de pensamiento y estimulada por diversos hechos del mundo que nos rodea no ha sabido entender ni interpretar aquello que usted, don Fortuñon, expone como la vanguardia de la metafisica. No encuentro sentido alguno, mas alla de que deberia ser algo sencillamente intrascendente en mi ocupada vida, el porque de su necesidad de crear un blog con este contenido insulso e inapropiado, el cual considero poco apto para que los diversos lectores inmersos en las paginas de internet encuentren de manera gratuita y libre. Sinceramente considero que usted deberia escribir un libro brindando su conocimiento, el cual totalmente desconozco pero me resultaria interesante indagar sobre el, es lo que pienso hacer cuando finalice mi tesis doctoral de filosofia en la Universidad Nacional de Bogota.
No se si lo que usted escribe aqui es correcto, es por ello que voy a indagar y luego si es posible comunicarme con usted para brindarle mis estudios realizados acerca del tema, del cual usted aparenta ser un gran conocedor, o un gran inventor, en este momento no sabria cual de las dos seria la correcta,pero cualuqiera de ellas demuestra una genialidad y una conmividad por el mundo que lo rodea fasinante. No deseo robarle su tiempo pero me interesaria contactarme con usted, se que en este blog se estan unsando en vano algunas imagenes, solo se que con el conocimiento las masas dejan de ser vulnerables, y aparentemente, usted se aprovecha de eso.

Lic. Jose Luis Campana