lunes, 26 de enero de 2009

Haanssens van Hoogsenbeeck, artista ecléctico

Hoy es un día muy especial para el arte europeo y especialmente para la ciudad de Haarlemmermeer, siendo el centésimo vigésimo aniversario del nacimiento de uno de los pintores más celebérrimos de los Países Bajos: el ilustre Jan Adriaen Haanssens van Hoogsenbeeck.
Haanssens van Hoogsenbeeck, quien es actualmente considerado por la crítica especializada como uno de los artistas más “rompedores” de principio de siglo XX, comenzó sus estudios de pintura en el atelier del maestro impresionista Willem Temminhoek. Allí estudió tanto a los maestros del Barroco (siendo sus preferidos Vermeer y Linoonen) como a los impresionistas franceses. Su formación tan amplia lo dotó de una versatilidad plástica pocas veces vista y le permitió desarrollar un estilo personal e íntimo, logrando condensar diversas corrientes estéticas con fines artísticos.
Su primera gran obra se titula “El Infierno de las Hespérides”. Es un cuadro de proporciones inusualmente humildes (tan sólo 47x35cm) que plasma, posiblemente, sus emociones y pensamientos sobre su infancia en la campiña. Impregnado del estilo de su maestro, acaso deja translucir el genio de un artista que aún no ha hallado su propio estilo. Posteriormente, inspirado
por los principios neoplasticistas de Mondrian y Theo van Doesburg y por la sistematización compositiva establecida por Kandinsky y Klee en la Bauhaus, logró conciliar ambas corrientes y sintetizarlas en el extraordinario tríptico “Árida Desolación, Esperanza Fugaz, Búsqueda Ontológica”.
Convertido ya un artista consagrado, conoció, durante un viaje a París en 1947, entre otros, a Pablo Picasso, Maurice Merleau-Ponty, Theodore Adorno y Gaston Joseph Engin.
Cuatro años más tarde, acaso intuyendo la proximidad de su muerte, el eximio artista decidió plasmar en su última obra sus conclusiones tras años de meditación y contemplación del Universo. “Niets Natuur” es un óleo que expresa, quizás, la calma y el equilibrio de un espíritu pleno y anciano. Ejecutado con pinceladas à la Temminhoek, la más postrera de las obras retoma el estilo de las primeras, dando así al Opus Collectio un cierre a la manera de bucle infinito.
En palabras de Engin: “…ciertamente, no forma parte de la mentalidad moderna el pensar en Rafael como un excepcional pintor, siendo que la calidad de su inventiva transciende ampliamente el campo de la mera competencia profesional. Lo mismo puede decirse de Haanssens van Hoogsenbeeck: en sus trabajos, asistimos a un espectáculo en que la avasallante potencia de la imaginación eleva las impresiones visuales de una trascendental e imperceptible belleza inescrutable, superando ampliamente los límites del mero diseño consciente. ”

Imágenes: “Hel van Hesperiden”. 1906. Colección privada.
“Aride verlatenheid, kortlevend hoop, ontologische zoektocht”. Tríptico. 1925. Colección privada.
“Niets Natuur”. 1951. Nederlands Abstract Kunst Museum.

domingo, 4 de enero de 2009

Meganánoles de Elea

Un error harto común entre la intelectualidad moderna consiste en creer que la Vanguardia Metafísica no posee una historia previa a los trabajos de Cadell, que es el producto de la mente de un solo hombre, así como el Marxismo lo es de Marx, o el Liberalismo de Arce Líber. Si bies es cierto que William Anarawd Cadell, fue uno de los primeros en ordenar los puntos principales de tal pensamiento en un cuerpo sistemático coherente, es también cierto que muchos pensadores antes que él (en particular Manothon en Egipto y Vico en Roma) siguieron líneas de reflexión similares, que en muchos casos los llevaron a conclusiones prácticamente idénticas a las del gran maestro ítalo-inglés. Uno de estos fue el filósofo eleata Meganánoles de Elea.
Lo que sabemos de Meganánoles de Elea es en verdad muy poco; sólo conservamos de él escasísimos fragmentos, y algunas referencias a dicho filósofo hechas por Aristóteles en sus obras “De Coelo” y “De Scientia”, así como un manuscrito biográfico atribuido a Diógenes Laercio, que los filólogos modernos consideran espurio. Se cree que fue discípulo de Sultano de Halicarnaso, Alpédocles de Rodas, y tal vez de la filósofiza Hidromuria de Lesbos. Tal vez el mejor medio de acercarse a la filosofía de Meganánoles sea a través de la obra de Al-Hacrán, historiador persa, nacido Abū Alī al-Hacaran ibn al-Hasin ibn al-Haytham, del siglo VIII d.c., quien en su “Qawl fi al-Makan”, hace amplias referencias a Meganánoles, a quien considera el más cercano entre los filósofos paganos a la doctrina del Corán.
Al igual que los Mayas, Meganánoles sostenía que el elemento primordial del universo era el lodo, de cuyas fluctuaciones calóricas se derivarían todos los otros elementos. Es este uno de los principales argumentos que permiten suponer que las civilizaciones precolombinas mantuvieron algún tipo de contacto con la cultura helénica.
Opinaba asimismo que el alma era inmortal, indivisible e ignífuga, y que luego de la muerte se separaba del cuerpo, tomando la forma de luciérnaga, para luego ir a sumergirse al lodo, por medio del cual se reincorporaba al ciclo vital. Era un apasionado defensor de la teoría de la generación espontánea. Creía que si un gusano penetraba en el ano de un hámster, se creaba un ratón.
Meganánoles fue también un respetado astrónomo, el primero en teorizar acerca del lado oscuro de la Luna. Según sus estudios, afirmaba que el astro estaba compuesto de 20 variedades distintas de queso. Sobre su superficie habitaba una población de ratones que devoraban todo el queso en 14 días, dejando en descubierto el núcleo lunar donde habitaban hámsters y gusanos. Al cabo de 14 días, el queso se regeneraría naturalmente y ya se habría creado una nueva población de ratones que daría comienzo al ciclo nuevamente. También se le atribuye un teorema epónimo, que en realidad es un caso particular del Teorema de Tales.
De la Biblioteca de Alejandría sobrevivió un índice de las obras de Meganánoles confeccionado por Aristarco de Samotracia en el que figuran 2543 títulos, como “Sobre la Generación de la Vida”, “Sobre el Sentido del Universo” y “Sobre las virtudes y los vicios de las féminas”.
Según Diógenes Laercio habríamos perdido 8 libros sobre la Naturaleza, 3 sobre retórica, 9 sobre gramática, 7 sobre el Ser, 5 sobre los animales marinos, 4 sobre los animales terrestres y 9 sobre poética.
Lamentablemente, sólo nos han llegado unos veinte fragmentos inconexos de su Política, un trozo altamente incompleto de su Sobre los Animales Lunares y la pieza citada a continuación de su “Sobre el Ser”: “...la realidad […] puede ser […] y [abordada] desde perspectivas disímiles de acuerdo con […] y […], la variación de los [estados] anímicos…”. Este pensamiento influenciaría luego a Anarawd Cadell a crear un sistema filosófico centrado en una postura típicamente metafísica, para intentar lograr una síntesis de la realidad en términos cuantitativos. Por tanto, es justo pensar que Meganánoles fue, en cierto sentido, el “abuelo” de la Vanguardia metafísica Sobre Meganánoles escribió Anarawd Cadell en su obra “De Prima Acies Metaphysis” que “sin su aporte, sería imposible pensar el mundo en términos ultra-físicos.” Johann Von Tür escribió de él: “Ningún filósofo antes de Platón, tuvo uno mente tan dilucidadora respecto de la realidad subyacente al cosmos y la función del Ser en el Universo.” (“Hand nehmen Sie Aristoteles”, 308).
Se cree que Meganánoles vivió entre los siglos VIII y VI a.c, que fundó una serie de colonias en Sicilia, entre ellas Meganania (actualmente Catania), y que murió en un naufragio en la costa de Messina. También se ha sospechado, debido al enorme caudal creativo atribuido a Meganánoles, que no se trata de una persona histórica si no de un conjunto de filósofos, siendo Meganánoles su pseudónimo grupal.

Imagen: “Meganánoles de Elea”. Pintura de Carlo Dolci. 1632.

sábado, 27 de diciembre de 2008

T.R.T. Ious, maestro de la literatura inglesa

Para quienes no se encuentran avezados en la literatura inglesa de comienzos del siglo XX, un nombre como el de Theodore Robert Taylor Ious podrá no resultar familiar. Y es que, lamentablemente, Ious no ha encontrado aún traductores de valía dentro del mundo hispanohablante, quedando su voluminosa obra totalmente desconocida para los lectores de España y Latinoamérica. Sólo recientemente se han comenzado a realizar notables esfuerzos para corregir esta lamentable situación, uno de ellos llevado a cabo por el profesor emérito de literatura inglesa de la universidad de Almudena, mi hermano, el licenciado Carlos Ochoa Fortuñón. Deseando pues interiorizar a los lectores con la obra de Ious, es que escribo este post.
T.R.T. Ious nació en Dunland, un pequeño pueblo al este de Lindon en el norte de Gales. Sin embargo, la mayor parte de su infancia transcurrió en las ciudades de Langstrand y Andrast, esta última famosa por ser la cuna de Anarawd Cadell. Su padre fue un mecánico naval, y su madre una costurera. Desde su juventud, Ious demostró un excepcional interés por la literatura, que sólo fue interrumpido en 1914, cuando el joven partió a combatir en la primera guerra mundial. A su regreso, tomó un puesto en la universidad de Oxford, como docente en mitología medieval y filología clásica. Sus alumnos siempre lo recordaron como un docente idóneo, que jamás escatimaba esfuerzos a la hora de interesar al auditorio respecto del tema tratado. Por estos años, publicó sus primeras obras: una colección de poemas medievales titulada “Man on the Silver Mountain”, y un pequeño cuento titulado “The Midget and his Dikkock”, que según se dice, escribió como una lectura soporífera para sus hijos.
Ious es sin embargo mejor recordado por su colección de novelas centradas en el personaje de Henry Perkinlot. Dicha colección comenzó con la publicación, en 1924, de la obra “Henry Perkinlot and the Silly Incubus of Camelot”. Esta obra revolucionó la literatura de su nación, al introducir elementos medievales en un ambiente contemporáneo, algo que nunca antes había sido hecho, y que los puristas idiomáticos consideraban “impraxible”. Pese a su éxito, fue también fuertemente criticado por ciertos sectores conservadores de la iglesia anglicana, que vieron en dicha obra un intento descarado de “paganizar” a la “juventud”, y por el textólogo irlandés Ephel Lamedor, quien acusó a Ious de producir “litter books and rubbish literature”. Sin hacer caso de las críticas, Ious continuó escribiendo, y en el transcurso de ocho meses y quince días, dio a su editor seis novelas más de la serie de Henry Perkinlot: “Henry Perkinlot and the Gas Chamber”, “Henry Perkinlot and the Order of the Temple”, “Henry Perkinlot and the Fireproof Chalice”, “Henry Perkinlot and the Killer Beast of Caerbannog”, “Henry Perkinlot and the King of the Mongols”, y la entrega que cierra la serie, "Henry Perkinlot and the Castle of Anthrax”. Con esta colección, Ious se ganó su lugar entre los más importantes escritores de su tiempo.
Ious continuó trabajando en una serie incontable de ensayos, novelas y cuentos cortos. Murió en 1945 víctima del Síndrome de Golgi. Entre sus trabajos póstumos, se hallaron los esbozos de una nueva serie de novelas de Henry Perkinlot, que incluiría títulos como “Henry Perkinlot and the Shroud of Turin”, “Henry Perkinlot and the Quest of Shimriti-Krishna”, “Henry Perkinlot and the Vengeance of Nasty” y el inésperado final “Henry Perkinlot and the Spanish Inquisition”.
Si bien la cantidad de textos inéditos que dejó al final de su vida hace que resulte arriesgado intentar una visión abarcativa de su obra, resulta evidente que su principal interés estuvo siempre en el ocultismo, la magia y el mundo medieval y pagano. Hay quienes aseguran que pese a su devoción casi fanática por la iglesia anglicana perteneció, o al menos, frecuentó la llamada “escuela de Chelmsford”. Es por lo menos seguro que mantuvo algún tipo de relación con tres importantes miembros de dicha logia: el literato Terry Palin, el teólogo John Gilliam y el gramático Eric Chapman. Se sabe asimismo que Ious, y en mayor medida su esposa Edith Manhwe, fueron amigos del erudito alemán Johann Von Tür.
En los últimos años su nombre ha dado lugar a cierta controversia, al surgir versiones cuya finalidad consiste en macular los incuestionables méritos de la pluma de la celebérrima literata autodidacta J.K.K. Rowling, sugiriendo que “Harry Potter”, es un plagio de la obra y la persona de T.R.T. Ious. Sin embargo, tales afirmaciones carecen de fundamento y no merecen bajo ningún punto de vista ser tomadas seriamente.
La influencia de Ious en la literatura inglesa ha sido notable: ilustrísimos escritores, desde Penny Lancaster a Carl Johnson, pasando por la propia J.K.K., se han reconocido deudores de su obra. Se cuenta asimismo que Jules Grogham, autor de la novela “An Evening at Chelmsford”, admiraba profundamente al autor galés, a quien consideraba el maestro en narrativas medievales y asuntos ocultistas. Existe la anécdota de que, al recibir Grogham la primera copia de la obra de su amigo y compañero Tolkien “The Lord of the Rings”, y luego de leerla durante un largo rato, habiendo reconocido muchos de los temas típicos de la obra de su maestro, murmuró para sus adentros “This is so Ted Ious”.

Imagen: “Theodore R.T. Ious fumando tranquilamente su pipa”. Fotografía de George Allen. 1918.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Stroncone, el rapsoda del delirio

Quando le foglie degli alberi cadano,
quando nient’altro abbia senso,
io sarò lì in eterno,
nascosto nel sole.


Así comienza el libro de poemas “Il Giardino della Musica” (1903) del excéntrico Nettuno Latina, quien pasaría a la historia bajo el adecuado seudónimo de Stroncone. Alguien dijo que si Stroncone hubiera nacido medio siglo más tarde de su verdadera fecha de nacimiento (21 de julio de 1885) sin duda se habría convertido en una estrella de rock psicodélico. Lo cierto es que se cuenta entre las principales influencias de los artistas del Summer of Love, como lo afirmó numerosas veces Bob Dylan. Jim Morrison, John Lennon, Patti Smith y Kurt Cobain también lo consideraron una figura de referencia.
Acaso la existencia de Stroncone quedó signada por la incomprensión de su genio por parte de la sociedad burguesa que lo vio crecer. Se cuenta que en su infancia era un niño retraído y delicado. Mientras que en su adolescencia, fue más bien endeble y de tendencias misantrópicas. En su corta vida, jamás conoció el amor de una mujer siendo justo merecedor del peyorativo epíteto italiano “finocchio”.
Su poesía altamente crítica presenta influencias de Charles Baudelaire, Edgar Poe, François Villon y Arthur Rimbaud. Siendo éste último una figura amada y odiada por Stroncone, al considerarse eclipsado por el genio lírico-simbólico del poeta francés. Sin embargo, actualmente se considera a Stroncone un artista que superó las limitaciones expresivas de sus antecesores logrando la perfección formal absoluta. El siguiente poema de su primer libro “Il Leone e la Spinetta” (1901) atestigua el potencial creativo del talentoso italiano.

Gange
Vieni a bussare alla mia porta, oh orologio.
Vieni e soffia la mia sabbia un’altra volta.
Ed ora che il fiume azzurro si è dondolato per la tua pelle.
È allora il momento di girovagare
fino a perdere, fino a perdere la sensazione.

E così dopo amare ...

Vieni e accendi il mio testo, oh libro.

Vieni e cambia la mia preghiera e addormentati.
Ed ora che il fiume azzurro si è dondolato per la tua pelle.

È allora il momento di girovagare
fino a perdere, fino a perdere la sensazione.
E così dopo amare ...

Vieni e sali il mio corpo, oh bovino.

Vieni e mangia nella mia schiena e pioverà.
Ed ora che il fiume azzurro si è dondolato per la tua dolce pelle.

È allora il momento di girovagare
fino a perdere, fino a perdere la sensazione.
E così dopo amare ...

Otros libros del excelso vate milanés son: “Il Ghiaccio e il Fiore” (1902), “Di Tempo e Sabbia” (1904), “Il Castello di Vetro” (1904), “Nuvole di Pianto” (1911) que contiene el famoso poema “Sono il Tricheco”, “Lingua Rancida” (1912) y “La Fiamma Effimera” (póstumo 1916).
Stroncone falleció el 15 de diciembre de 1912 a causa de una tuberculosis agravada por el consumo excesivo y simultáneo de láudano y brócoli. A su sepelio asistieron sus amigos Paul Valéry, Jean Durand, Claude Debussy, Louis Vonlouis y Pierre Lépuc, con quien se dice que el poeta mantuvo frecuentes relaciones sentimentales en el período de 1904 a 1911.
Como epitafio eligió la frase más conocida de su último libro:

“Cosa è la morte? La morte è come le goccie d’aqua in un mare di latte, come la gomapiuma in aprile ed un libro senza aprire in inverno.”

Así lo recordaremos...

Imagen: “Stroncone a los 25 años”. Fotografía de Nadar (Gaspard-Félix Tournachon). 1910.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Clampino, il pandemonio di Venezia

Era la tarde lluviosa de aquel 16 de junio de 1713, cuando en una humilde choza en las afueras de Florencia, nacía la partera que ayudaría a traer a este mundo, en 1745, al famoso compositor italiano Guglielmo Bacciomello, quien, junto con Bach, Beethoven y Brahms, forma parte del llamado “grupo de las cuatro B” de la música clásica. Todos ellos se caracterizaron tanto por su virtuosismo como por las innovaciones que aportaron a la disciplina musical; aunque Bacciomello, si bien poco reconocido, merece sin lugar a dudas el primer puesto.
Desde su infancia Bacciomello recibió clases de piano de Johann Christian Bach. Demostrando un gran virtuosismo, recorrió Europa, conociendo a la condesa Leonessa Posta, quien se convertiría en su mecenas. Bajo su protección, Bacciomello compuso la mayor parte de su repertorio operístico. En 1765 contrajo matrimonio con la soprano Succhia Moltopisello, con quien tuvo tres hijos, ninguno de los cuales superó la infancia. Tales pérdidas ejercieron una gran influencia en su estilo compositivo (especialmente en sus últimas obras, como “Bambino Gesú” Op.48). Sorprendido por la prodigiosidad del niño Caspar Gottfried Geräusch, Bacciomello convenció a sus padres de permitirle tomar a su cargo la formación musical del pequeño. Bacciomello falleció en 1795, en Viena, dos semanas después del estreno de su última ópera, “Ipospadia e Higromante”, tragedia épica. Su amigo y copista, Fiano Romano, se encargó de catalogar sus obras.
Es importante el impacto que éste compositor ha tenido en la historia de la música del siglo XVIII. No sólo con sus comedias ligeras, (“Le brutti gastaldi del porto non fano piú che mangiare”, “Fimosi e Parafimosi”), sino también con sus dramas históricos (“Capranico Formina”, “Tutti sanno che presto”), demostró poseer un enorme talento a nivel compositivo. Pero sólo en “Clampino, il pandemonio di Venezia” es posible apreciar el genio creativo de Bacciomello en su máxima expresión.
Es menester analizar dicha obra a fin de encontrar en ella simbología vanguardimetafísica.

A continuación se exhibe una breve sinopsis. Las arias se presentan entre paréntesis.
La obra se sitúa en el ducado de Venecia, alrededor del año 1400 d.C. El duque Bracciano busca un pretendiente digno de desposarse con su grácil hija Pomezia. Su candidato predilecto es el general del ejército veneciano, Frascatti, un hombre violento y tosco en el amor. A pesar de esto el corazón de Pomezia se halla dividido entre un noble caballero, Cerveteri, y un humilde mozo de cuadra, Clampino. En tanto que el primero le ha ofrecido una vida de aventuras y romance, Clampino no tiene para ofrecerle más que su humilde amor (“Io sono il mozzo della quadra”).
Durante una fiesta en el palacio del duque, Pomezia es introducida en el salón como una joven tierna e indecisa. Al verla, Frascatti insiste en que la boda se realice lo antes posible (“Mi piacerebbe sposare Pomezia, possibilmente nel mese di settembre”). Todos, excepto Clampino, ignoran que Pomezia ha huido con Cerveteri (“Sotto le stelle”). Clampino, siguiendo sus impulsos, decide seguirlos.
Al mismo tiempo, son cometidos dos adulterios simultáneos por la pareja ducal: en tanto que Braccianno abandona los brazos de su esposa, cediendo al desenfreno erótico de Aprilia, doncella de su hija (“Andiamo nel giardino e ti mangio la verme”), Manziana, la duquesa, arde en deseo (“Voglio che mi tocchi”), y acaba deshaciéndose en los brazos fornidos de Ceprano, mozo de cuadra y compañero de Clampino. Ceprano reconoce la frescura de la duquesa, y jura amor eterno sin importar lo que diga el duque. En tanto se aleja del palacio, rememora satisfecho los momentos que acaba de pasar en compañía de la duquesa (“Vulva di succhiare le dita”).
Clampino halla a la joven pareja en una gruta cercana. Aunque enfurecido, se rehúsa a batirse con Cerveteri, y declara a Pomezia su amor incondicional (“Se fossi in te, mi renderei conto che io ti amo più di ogni altro tipo”). Antes de que Pomezia tome una decisión, entra en escena Frascatti. Iracundo, desenvaina su espada y combate con Cerveteri. Éste último logra vencerlo sin dificultad. Sin embargo, en tanto se jacta de su victoria, se percata horrorizado de que tiene una profunda herida en el abdomen (“Beh, sono stato pugnalato nel fegato”). Al finalizar el aria, Cerveteri muere desangrado. Mientras Pomezia llora a su amado perdido, Clampino le demuestra lo inútil de preocuparse por aquello que es imposible modificar. La joven enjuga sus lágrimas y acepta una nueva vida con Clampino a su lado (“Vedremo l’alba dopo il buio”). Deciden escapar juntos de Venecia, esa misma noche para ya no volver. Antes de marcharse, se juran amor eterno bajo la luz de la Luna (“Vorrei restare insieme a te”).

Han pasado ya más de dos siglos desde que la obra fue estrenada, en 1791, ante un auditorio rebosante de personalidades de la nobleza y el teatro (entre ellos el Emperador Leopoldo II, del Sacro Imperio). Aún hoy, los críticos no han agotado todas sus posibilidades interpretativas. Hay quienes han querido ver en “Clampino, il pandemonio di Venezia” una alegoría a la sociedad europea de la época, mientras que otros distinguen el carácter cosmopolita de la obra.
El lego, Johann Von Tür, quien dedicó un capítulo de su libro “Große Werke der Theater-Universal” al análisis exhaustivo de esta ópera, opinó que: “…tanto por su contenido fuertemente fustigador, en que el autor traslada su denuncia a cada sector social de la época, como por la inclusión de personajes marginales y simbología nunca antes vistos, se puede decir que estamos ante la presencia, sin duda, de una obra crítica.”

Imagen: “Duelo entre Frascatti y Cerveteri”. Pintura de Giovanni Conigliano. 1798.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Teoría de los Colores de Anarawd Cadell

Cuando Newton sentenció su celebérrima frase: “Si es que he podido ver más lejos, fue porque me he subido a hombros de gigantes”, se refería a grandes escultores del edificio del pensamiento y la cultura, entre ellos Aristóteles, Aristarco de Samos, Euclides y William Anarawd Cadell. Este último fue uno de los primeros en abordar el problema de modelizar la naturaleza de la luz.
La idea de componer un tratado sobre la naturaleza de la luz y los colores surgió con la lectura del libro primero de la Metafísica, de Aristóteles, autor con el que entró en contacto durante su viaje a Medio Oriente. Además pudo allí obtener copias traducidas al latín de Los Elementos de Euclides. Ciertos escoliastas toman como verdadero el relato citado en “Apología De Anarawd Cadell” (Pág. 1138), y consideran que la inspiración le vino en un sueño. La obra resultante recibió el título de “Spectrum Totum Visible Hominum Oculis Videri Possunt”.
Pasando por alto sus obvias deficiencias de coherencia lógica, algunos puntos interesantes y valorados desde el punto de vista histórico de la ciencia son los siguientes:
Si bien considera a los distintos colores como parte de un espectro luminoso, a diferencia de Newton y otros miembros de la Royal Society, William Anarawd Cadell consideró a la luz como compuesta sólo por dos partículas: Umbriones (portadoras de negro) y Lictiones (con color blanco). De esta manera, se arriba a la premisa fundamental sobre la que se sostiene todo el trabajo: que todos los colores del espectro visible no son más que diferentes gradaciones de blanco y negro.
Anarawd Cadell distinguió dieciocho magnitudes medibles o propiedades inherentes al color: altura cromática, delebleza, densidad lumínica, fluoridad, profundidad acústica, timbre tonal, gradación fosfórica, covariancia térmica, independencia armónica, carga líctica, conductividad sinestésica, capacidad apagadora, flujo de dispersión, emitancia retroactiva, receptancia, saturación crítica, vectorización relativa y color.
La teoría además postula la existencia de dos órganos diferentes en los componentes del ojo humano: la esclerótica (vulgarmente conocida como “la parte blanca del ojo”) se especializaría en detectar Umbriones (color negro) mientras que la pupila serviría como sensor de Lictiones (color blanco). Nótese que subyace el concepto de atracción de partículas con cargas opuestas, retomado años más tarde en innumerables oportunidades, sobre todo por Hendrik Antoon Lorentz en la formulación de la Fuerza de Él Mismo (Lorentz, claro está).
El valor histórico atribuido a su obra está justificado por la innovadora idea de crear un sistema de conceptos y magnitudes medibles para la explicación de un fenómeno complejo. En este sentido, y sólo en este sentido, puede considerarse a William Anarawd Cadell un pionero de la Filosofía Natural.

Imagen: Fotografía del manuscrito original elaborado por William Anarawd Cadell. (Nótese el dispositivo, arriba al centro, usado para calcular las resultantes cromáticas.) Gentileza del British Museum of Science and Teosophy, Londres.

viernes, 31 de octubre de 2008

Joaquín Esteban de la Fuente, orgullo de las letras españolas

La poesía clásica española se ha caracterizado por la presencia de grandes figuras, entre las cuales resaltan nombres como los de Quevedo, Góngora, Ordoñez y Garcilaso. Sin embargo, conviene recordar que todos estos poetas, pese a sus diferentes orientaciones, abrevaron en una fuente común, a saber, en el gran poeta catalán don José Joaquín María Esteban Antonio De la Fuente y Mallea (mejor conocido como Joaquín Esteban De la Fuente).De la Fuente nació en la ciudad de Almudena, en el año 1538, y comenzó a componer versos a muy temprana edad. Se cuenta que a los ocho años tenía en su haber una notable cantidad de sonetos y tercetos, dedicados a las numerosas mujeres de su vecindad, hacia las cuales se sentía prematuramente atraído. Tal precocidad, en las letras y en el amor, le valió severas reprimendas: su padre, quien lo había destinado para el sacerdocio, hizo todo lo posible por apartarlo de sus inclinaciones mundanas, pero el joven Joaquín Esteban demostró haber nacido con muy diferentes talentos. Al respecto basta recordar uno de sus más famosos versos, en que da cuenta de tales contrariedades:

“Siendo tan sólo un mocito
Afición a las mujeres,
naciome, y gusto del vino,
La poesía y los placeres.

Mi buen padre destinome
para asuntos más divinos:
él me quiso sacerdote,
fue muy otro mi camino.”

Joaquín Esteban perseveró en su vocación, alzándose en desafío, no sólo contra la voz autoritaria de su padre, sino contra la de la sociedad de su tiempo. Sus extravagantes costumbres le ganaron la fama de inmoral y disipado. Su interés por la astrología y la alquimia lo llevó a trabar contacto con grupos ocultistas, entre ellos los de la llamada “Escuela de Chelmsford”, a la que se refiere en un célebre poema, en que ensalza el espíritu dionisiaco de la misma:

“En la mesa de Anaraudio*
Abundan ricos manjares
De Circe, que con probarlos
hacen de hombres animales.”
*Latinización del nombre Anarawd.

Cuando tuvo edad suficiente, el joven poeta se trasladó a Madrid, donde hizo carrera como juglar ambulante, presentándose en la corte de Carlos V, y ganándose el favor del rey, quien en una ocasión lo describió como “la voz más elocuente de nuestro siglo”. Tenía entonces sólo veinte años. Cuando, en 1561 murió su padre, De la Fuente heredó una basta fortuna que le permitió vivir con holganza. De esta época datan sus mejores obras: “Elegías Españolas”, “Sonetos a Maribela”, y “Églogas Castellanas”, además de su altamente exitosa obra de teatro “El Cómico de la Aldea”, que aún suele representarse regularmente. Fue también por esta época que comenzó su romance con Doña Inés ("Maribela" en sus poesías), esposa de su protector, el Duque Pedro De Ciencasas, y que murió en 1563, dejando un profundo vacío en el corazón del poeta. Sabido es que De la Fuente participó en la batalla de Vallaespina, en 1566, donde luchó valientemente contra los ejércitos franceses, resultando herido en el rostro de un bayonetazo, y perdiendo el ojo izquierdo. Buscando recuperarse, se trasladó a su ciudad natal, donde, aquejado por la gangrena, murió al año siguiente, dejando una enorme cantidad de obras inconclusas y poemas cortos, que fueron recopilados y publicados póstumamente por su amigo Fernando De la Cruz. Si bien la influencia de De la Fuente en la literatura hispánica ha sido ampliamente discutida en innumerable cantidad de ensayos, pertenecientes a las plumas más conspicuas de nuestra nación, entre otras la de don Miguel de Unamuno, quien dedicó un capítulo entero de su libro “Del Sentimiento Trágico de la Vida” al análisis de la obra del poeta, considero aún así que vale la pena resaltar que De la Fuente tiene en su honor el haber creado una lírica plástica y expresiva, al tiempo que notablemente pulida, que marcó el camino de toda la poesía hispánica posterior, hasta los tiempos de Machado y Lorca. Basta con recordar lo que Cervantes dijo de él: “en verdad que [De la Fuente] merece ser tenido por el santo patrono de las letras españolas”. Lope De Vega opinó que “fue él quien hizo de la lengua española una lengua poética”. Transcribimos a continuación uno de sus poemas más famosos para que pueda mejor apreciarse la naturaleza ambigua y dulcemente sugestiva de su genio.

Canto del Buen Amor
Buenas serán las mañanas
En que te tenga a mi lado,
Sobre la cama tendida
O junto al más bello lago.
Entonces tendré la alegría
Nunca antes sospechada,
Entonces, sabré que la vida,
Llegado ha a mi ventana.
Amor, dicen, es un niño
Necio, ciego y malicioso,
Osado, cruel, traicionero;
Juzgan así los más doctos,
Usando de vana ciencia,
Grande, en verdad, es su engaño,
Olvidan que los poetas,
Saben que un Eros más dulce
Obra de otras maneras,
Y habla con voces distintas,
Voces un tanto más tiernas,
Elige bien a sus blancos
Luego hiere con certeza
Llenando de amor los pechos
Uniendo el macho a su hembra,
Dando alegría a los hombres,
Olvido para sus penas;
Dicen, quienes lo conocen,
En verdad que son los menos:
Tiene la piel como mármol,
Un fino y rubio cabello,
Vuela con alas de ángel,
Igual a cómo lo sueñan
En sus noches las damitas,
Jamás se presta a querellas,
Antes gusta en armonía,
Pasarse, leves, las horas,
Unciendo bajo su yugo
Todas las almas que adora
Antes que arribe la aurora.


Imagen: “Retrato de Joaquín Esteban De la Fuente”. Pintura de Valeriano De la Fuente. 1567.

sábado, 4 de octubre de 2008

Anarawd Cadell y sus Controversias Religiosas

Cuando Anarawd Cadell publicó su “Tractatum Dei Divinae Natura, Scientia Collecto Posibilitas Modus Traversus Rationalia Cogitatio” (“Tratado Sobre La Naturaleza De Dios Y Lo Divino, Y La Manera En Que Es Posible Adquirir Un Conocimiento Cierto De Estos Por Intermedio De La Facultad Racional”), también conocido como “Tractatum Dei”, en el año 1260, seguramente no sospechó que dicha obra le traería numerosos inconvenientes, y que, en última instancia, aceleraría la llegada de su abrupto final. En efecto, este trabajo, al que su autor definió como “…un intento de lograr asentar la piedad religiosa sobre fundamentos racionales sólidos…” (Thomas Seisyllwg, “Apología De Anarawd Cadell”), le valió no obstante numerosas reprimendas por partes de las altas autoridades eclesiásticas de la Inglaterra medieval.
La historia de tan capital obra, nace, según narra la leyenda, con un acontecimiento fortuito: se dice que Anarawd Cadell, aquejado por numerosas dolencias, buscó refugio en Italia, junto a su amigo, el teólogo Luigi Mangiaterra. Allí entró en contacto con los escritos atribuidos a los gnósticos de los primeros siglos de nuestra era, los cuales ejercieron sobre él una profunda influencia, decidiéndolo a abandonar momentáneamente su trabajo “De Color” también conocido como “Spectrum Totum Visible Hominum Oculis Videri Possunt” para dedicarse de lleno a un tratado teológico. La obra le demandó cinco años, durante los cuales trabajó con gran intensidad. Sabemos, por testimonio de Seisyllwg, que Anarawd Cadell pensaba que con esta obra se iniciaría una nueva etapa en la historia del cristianismo, en que ya no podría subsistir ningún vestigio de lo que él llamó “la insensata y supersticiosa superchería pseudo-judeo-cristiana”, puesto que el verdadero cristiano pasaría a serlo, no solo en el plano de la fe, sino además en el de la gnosis, estableciendo una conexión místico-racional con lo divino.
Cuando la obra estuvo completa, Anarawd Cadell la dio a conocer. Las repercusiones no se hicieron esperar. El Papa Pedofilio XIV la incluyó en el Index de obras prohibidas, y amenazó a Anarawd Cadell con la excomunión a menos que se retractara públicamente, presentándose desnudo y con un cartel colgando del cuello en la “Plaza de Todos los Santos” (Every Saint Square), en el centro mismo de Londres. El valiente filósofo inglés, indignado ante tal medida fuera de toda moderación, decídiose a marchar a Roma, con el objeto de defender personalmente su caso, mas debido a su pobre salud, le fue imposible concluir el viaje. Murió en la ciudad de Florencia en 1261, debido a las heridas sufridas al caer de su caballo, el cual, a su vez, había caído de un barranco a 25 metros de altura. Años después, su más famoso discípulo, Thomas Seisyllwg, emprendería la defensa de las teorías religiosas de su maestro, en la monumental obra “Apología De Anarawd Cadell”, la cual es considerada como uno de los más grandes exponentes del género apologético en la historia de la literatura occidental, junto con la “Apología de Sócrates” de Platón, y la “Apología del uso de Opiacios con Fines Recreativos” de Miguel de Unamuno. En ella, Seisyllwg expuso y discutió con maestría las opiniones de su maestro, enfrentándolas con la de contendientes hábilmente elegidos (entre ellos, Luigi Mangiaterra, James Peters, obispo de Chelmsford y Jack Robins, zapatero de renombre).
Repasemos algunos de sus puntos principales:

-Contra los ateos, que negaban la existencia de Dios, Anarawd Cadell demostró que una sustancia, en tanto que se ve sostenida en el firmamento, precisa de otra mayor que ejerza una fuerza directamente equivalente a la totalidad de su masa. Luego, hay Dios.
-Contra los herejes, que sostenían la inviabilidad de la trinidad, Anarawd Cadell demostró que en tanto que todo múltiplo de tres es divisible en tres tercios iguales, entonces es tres veces cierto que existe la trinidad.
-Contra los persas, que sostenían que los dioses eran irrepresentables... estaba de acuerdo.
-Contra los corintios, que sostenían el techo, afirmó que los dóricos resultaban más elegantes.

Si bien estas ideas parecen a primera vista no diferir significativamente del dogma sostenido por la iglesia católica, aún así el Papa Pedofilio XIV determinó que su forma de expresarse resultaba profundamente blasfema. Seisyllwg sostuvo que la intención de su maestro fue únicamente la de “explicarse con la mayor claridad posible sobre temas de difícil dilucidación” (Op. Cit.).
Así como le sucedería a Galileo tres siglos después, Anarawd Cadell debió soportar la incomprensión de su época. Sólo ahora la iglesia comienza a percatarse de la injusticia que cometió con tan grande exponente del pensamiento.

Imagen: “Retrato del Papa Pedofilio XIV” o “El Amante de los Infantes”. Pintura de Gianni Pirrondelli. 1256.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La escuela de Chelmsford

Hoy en día apenas podemos pensar en filosofía occidental sin mencionar al filósofo inglés William Anarawd Cadell. En efecto, expresiones tales como “igualdad de contrasentidos”, “figurativismo ilógico” y “racionalismo sintético”, frecuentes en todo tratado filosófico serio, provienen de sus obras. Y sin embargo, el pensamiento de este notable hombre de letras tal vez no habría llegado hasta nuestros días, de no haber sido por el esfuerzo de un grupo de intelectuales, generalmente conocido como la “escuela de Chelmsford”. Esta logia vanguardimetafísica, formada en la ciudad inglesa del mismo nombre, alrededor del siglo XIV, se encargó de sintetizar los postulados metafísicos de la obra de Anarawd Cadell, “De Prima Acies Metaphysis”, logrando así una suerte de amalgama entre el pensamiento vanguardimetafísico del maestro inglés y la tradicional filosofía escolástica, representada en las figuras de Santo Tomás de Aquino, y de San Ignacio de Loyola.
No debemos dejar de señalar que, si bien esta escuela estuvo conformada, en un primer momento, por notables intelectuales provenientes de la escolástica misma, buscó no obstante amalgamar distintas corrientes filosóficas, hasta entonces consideradas contrapuestas, en un cuerpo ideológico trascendental, o como lo planteó Thomas Seisyllwg, en su obra “Refutatio omnium haeresium” :“hallar en todas las manifestaciones del espíritu humano la clave de una esencia subyacente que aúne cada dimensión de lo ontológico en una realidad sincrética”
En palabras del notable historiador alemán Johann Von Tür, el auténtico propósito de la escuela de Chelmsford no fue sino “crear un puente entre la comprensión vanguardimetafísica del mundo y la comprensión onto-teológica, típica del pensamiento cristiano medieval. Siendo que la cosmología inaugurada por Anarawd Cadell y perfeccionada por Seisyllwg, arrebataba toda posibilidad de existencia a un Dios de características personales, los intelectuales de Chelmsford pensaron un mundo cuyas categorías estéticas permitieran concebir una entidad superlativa, capaz de abarcar el conjunto de la realidad como si se tratara de un proyecto teleológicamente definido” (“Die Chelmsfordschule”).
La escuela de Chelmsford, aunque constituida por notables integrantes, pertenecientes a todas las ramas del saber, entre quienes se destacan el filósofo crítico Ron Rogers, el teólogo Herman Marley, el alquimista Rapp Scallion, y el médico Kyle Capsize , es tal vez más recordada por los excesos a que sus miembros supieron entregarse. Disipación, abuso de alcohol, interminables orgías en no se hacía discriminación de edad, sexo o condición civil, eran sólo algunos de los vicios que alternaban a sus largas discusiones filosóficas. En el libro “An Evening at Chelmsford ”, el autor inglés Jules Grogham, basándose en documentación de la época, reconstruye hábilmente uno de aquellos encuentros: “llegamos al gran salón donde se desarrolla el simposio. Nada tiene de raro ver a Rapp Scallion, corriendo borracho y sin pantalones de un lado al otro, gritando obscenidades y burlándose del Papa. Kyle Capsize, dormido, con un lápiz en la mano, y a su lado Herman Marley, tocando el violin, con la remera sucia por un vómito espeso que atestigua su largas noches de pecado y lujuria”.
El francés Émile De La Chatouiller, en su libro “Les vices des Antiques” dice: “es sabido que las reuniones de la escuela de Chelmsford solían transcurrir entre los vicios más descarados que un hombre pueda imaginar…se sabe asimismo que los integrantes de dicha logia tenían por costumbre discutir sus asuntos sentados en una mesa circular, dando a entender que ninguno de ellos tenía preeminencia sobre los demás. De aquí viene, si hemos de creer a nuestros filólogos modernos, la expresión “círculo vicioso”, muy usada en la actualidad.
Se sospecha que la "Escuela" continuó existiendo a lo largo de los siglos, como secta filosófica. Entre sus miembros más famosos, han sido sugeridos los nombres de Émile De La Chatouiller, Nicol Édouard Formier, Pierre Lépuc y Mozart.

Imagen: “Escuela de Chelmsford”. Pintura de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. (De Izquierda a Derecha) Ron Rogers, Herman Marley, Rapp Scallion, Kyle Capsize. 1628-1629.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Nicol Édouard Formier, matemático apasionado

Hasta ahora hemos hablado de la influencia de la vanguardia metafísica en arte y letras. Creo que es menester analizar cómo la Vanguardia Metafísica inspiró e influyó a generaciones enteras de notables hombres de ciencia. Entre ellos, Nicol Édouard Formier representa tal vez el caso más notable.

La vida de Nicol Édouard Formier comenzó abruptamente, con su nacimiento el 23 de febrero de 1802. Siendo el único hijo de Joseph Formier y Virginie Caprice, desde pequeño, Formier pudo ser educado en las más diversas áreas del conocimiento como griego antiguo, latín, pintura y música. El niño demostró ser apto en todas ellas, pero sólo una disciplina logró apasionarlo más allá de lo normal: La matemática. Ya desde su temprana lectura de la obra de Anarawd Cadell, Principia Mathematica, el precoz niño tomó la firme decisión de dedicar su vida al algebra y a la aritmética, como puede colegirse de los numerosos extractos de su diario.

Guiado por esta ambición, se entregó al estudio de las obras de los matemáticos más eminentes. A los 13 años fue admitido en el École Polytechnique. Allí conoció a Émile Clapeyron, uno de los fundadores de la termodinámica, y Auguste Croyeaux (físico no tan exitoso como Clapeyron). El joven Formier fue alumno de grandes maestros de renombre mundial como Joseph-Louis Gay-Lussac, Jean-Baptiste Biot y Étienne-Louis Malus. En su decimocuarto cumpleaños, su padre le regaló Introductio in Analysis Infinitorum y Vollständige Anleitung zur Álgebra; dos de las obras más importantes del celebérrimo matemático suizo Leonhard Euler, las cuales lo influenciaron notablemente. Durante los tres siguientes años, Formier desarrollaría todo su aporte a la matemática. Debido a jaquecas cada vez más intensas y prolongadas, el joven debió ausentarse del École Polytechnique de manera definitiva, debiendo permanecer en su mansión de Rue de la Mouette. Allí fue donde entró en contacto con los integrantes de la Escuela de Chelmsford, misteriosa secta vanguardimetafísica de la que presumiblemente formó parte, al tiempo que trabajaba en su sorprendentemente original Analyse Complexe. Fue también allí donde conocería a la única mujer que amó en su vida: Collette Cocotte, una ayudante de jardinero adolescente de figura esbelta y cabellera dorada. El diario personal que Formier mantuvo durante los últimos años de su vida es la fuente más confiable a la hora de conocer sus sentimientos más íntimos. En uno de sus extractos más emotivos y conmovedores se lee:

“¡Ah, Collette! Collette es, sin duda… Collette es… Collette es… me gusta. Y mucho.”

En sus manuscritos, perdidos entre igualdades y gráficas de funciones, pueden apreciarse los miles de corazones con el nombre Collette escritos en el interior de cada uno de ellos. Pero Formier no tardó en probar la amarga hiel del desengaño, al descubrir que la señorita Cocotte, a quien amaba tiernamente, se encontraba prometida al exitoso médico cuadragenario Jacques Poulliére. Desde el momento en que lo supo, a sus 16 años, Formier juntó coraje y se propuso retar a duelo a Poulliére, esperando obtener así el derecho a pedir la mano de Collette Cocotte. Y fue así como al atardecer del día 17 de mayo de 1818, el médico y el matemático se batieron a muerte por el amor de una joven ayudante de jardinero. Formier recibió 23 disparos en el abdomen y falleció esa misma noche, tras una intensa agonía.

Y fue de esa manera que una de las mentes más brillantes de toda Francia se perdía para siempre a la vez que su prolífica producción matemática en el campo del Análisis de Variable Compleja era heredada por las siguientes generaciones. Hoy en día, Formier es mundialmente reconocido como uno de los más brillantes matemáticos del siglo XIX. El asteroide PK1473 fue rebautizado en su honor.

Imagen: “Nicol Édouard Formier a los 16 años”. Jean-Baptiste Corot. 1818.

domingo, 24 de agosto de 2008

Segunda y última etapa de la agitada vida de Johann Von Tür

Hemos hablado con fruición de lo que usualmente se conoce como la primera etapa en la vida del teórico vanguardimetafísico alemán Johann Von Tür; de sus trabajos, de sus pasiones y de las adversidades que moldearon un carácter tan único y complejo. Ahora trataremos de la segunda etapa.
Si bien existen al respecto discrepancias, actualmente la mayoría de los estudiosos contemporáneos coinciden en situar el inicio de la segunda etapa en 1918, cuando finaliza la primera etapa y, en vano, intentó contactar el espíritu de su admirado De La Chatouiller, en su único viaje a Islandia. Frustrado, abandonó la desértica isla, para la sorpresa de su amante, la esposa del druida que lo acompañó abnegadamente en su fallida empresa, a quien sedujo con promesas que nunca se vieron realizadas.
Buscando la paz necesaria para su creación, decidió regresar a Europa continental, y recluirse en la abadía benedictina Stift Melk. Allí, completó la mayor parte de su caudal literario, escribiendo obras tales como “Geschichte die Metaphysik Vorhut”, considerada por él como su obra más importante. Dejó asimismo cantidad de epístolas, remitidas a la mayor parte de los vanguardimetafísicos de la época (entre ellos mi padre, señor Fortún Ochoa Fortuñón), en que discute importantes temas concernientes a las esferas de ciencia, arte, música, literatura, filosofía y parapsicología. Otras obras presumiblemente atribuibles a este periodo son “Flucht aus der Antike”, “Hand nehmen Sie Aristoteles” y “Kritisiert Grund unrein”. Incontables manuscritos se perdieron para siempre durante la invasión nazi, perdiéndose con ellos uno de los tesoros más valiosos de la historia del pensamiento.
Mas en este tiempo no abandonó su obsesión por De La Chatouiller, llegando a contactar gracias a la esposa de uno de sus amigos epistolares al sobrino del gran maestro francés, Claude Luc Théodore Gérard De La Chatouiller. No conocemos como sucedió exactamente, pero lo cierto es que en menos de un mes los dos hombres se convirtieron en grandes amigos, o al decir de Von Tür, en “hermanos de causa”, llegando éste a establecerse en la mansión ubicada en Corbeil-Essonnes, a orillas del Sena, con De La Chatouiller y su esposa. Gracias a los documentos preservados por la familia del pensador francés, les fue posible a ambos hombres reconstruir muchas de sus obras. Sin embargo, se sospecha que el material fue altamente adulterado, con la finalidad de preservar la imagen casta y pura de Émile De La Chatouiller, y para disimular sus adicciones y el notable efecto que éstas tenían en su prosa.
No obstante, esta notable sociedad entre el alemán y el francés llegó a un fin poco placentero. Von Tür nos narra con lujo de detalles lo sucedido, en sus “Memoiren”:
“…Adeline (esposa de Claude De La Chatouiller) llamó mi atención desde la primera vez que nos conocimos. Con sus 17 años, era toda una mujer, que no lograba adaptarse a su papel de esposa. Su alma apasionada tenía necesidades que (Claude) De La Chatouiller no podía satisfacer. Y me lo hacía saber, constantemente, ofreciéndome café, haciéndome preguntas intrascendentes, abriendo las ventanas de la habitación en que me encontraba, en fin, intentando procurar mi comodidad, mientras su esposo se ausentaba. Mi gratitud hacia ella era gigante, y crecía más a cada hora. Decidí finalmente actuar…”
Y actuó. Johann Von Tür era un hombre de palabra, para el cual el agradecimiento era una de las virtudes principales. Lamentablemente, De La Chatouiller no lo vio de esa manera.
Von Tür pasó los últimos años de su vida recluido en una campiña cerca de Greifswald, al norte de Alemania, trabajando en la que pensó sería su obra más grande, y aquella con que se justificaría ante el mundo, sus “Memoiren”. Trabajó también en otros escritos como “Verführenrischen Frauen fremd”. Su interés por la cábala le ganó la antipatía acérrima del régimen nazi, razón por la cual sólo contamos con fragmentos de muchas de sus obras.
Murió de neuro-sífilis, a la edad de 64 años, en 1940. A su funeral asistieron las esposas de casi todos sus antiguos amigos, en señal de respeto al gran hombre y a su mastodóntico pensamiento.

Imagen: “Johann Von Tür y Claude De La Chatouiller”. Fotografía de Hans Bellmer. 1926.

domingo, 10 de agosto de 2008

Primera etapa de la agitada vida de Johann Von Tür

Sería imposible hablar de Vanguardia Metafísica y haber hablado de la vida de Émile De La Chatouiller, sin mencionar al erudito Johan Von Tür, en cuya obra “Geschichte die Metaphysik Vorhut” nos lega un acaudalado compendio del saber ocultista.
Para comprender la importancia de Von Tür como historiador del pensamiento occidental, primero debemos conocer su vida, y aquellas circunstancias que llevaron a este hijo de campesinos a convertirse en uno de los mayores exponentes en la Vanguardia Metafísica europea.
Von Tür nació en Umpferstedt, en las cercanías de Weimar, en 1876. Sus padres nunca pudieron costear un tutor, sin embargo el hermano mayor de Von Tür, Karl, tomó a su cargo la educación del pequeño. Aprendió gramática latina antes de haber dominado el alemán, lo cual le permitió ya desde los tres años empaparse en las obras de los vanguardimetafísicos clásicos, especialmente aquellos de la “escuela de Chelmsford”. Se dice que a los cinco años era capaz de recitar la Eneida de memoria. Eso lo catapultó a una fama local y en 1882 visitó por vez primera la Universidad de Weimar, como parte de un concurso de gramática latina para niños, en el que obtuvo el primer puesto, lo que le ayudó posteriormente a conseguir una beca para su doctorado en Historia del Pensamiento.
En 1894, habiendo terminado sus estudios, comenzó a ejercer como docente en la misma universidad. Pese a su masivo bagaje cultural, no logró ganarse la simpatía ni el respeto de sus alumnos, dado que su “modus docentii” se caracterizaba por su irascibilidad y su total incapacidad para transmitir interés por la materia.
Agobiado por su fracaso en la docencia, cayó en un estado de depresión, del que sólo salio cuando su único amigo, el esotericista Rudolf Steiner, le regaló una edición de la obra de Émile De La Chatouiller, “L’Avant-Garde Métapysique”. En su lectura, Von Tür halló una nueva comprensión de la realidad humana, a cuyo estudio decidió dedicar el resto de su vida. En sus propias palabras: ““L’Avant-Garde…” representó un punto de inflexión en mi vida. Supe en ese momento que el alma de De La Chatouiller entró en resonancia con mi ser, escogiéndome entre las miles de sombras que pueblan este mundo, para ser quien analizara y difundiera su mensaje cósmico.” (Memoiren)
Su obsesión por De La Chatouiller lo llevó a investigar todos los medios posibles para contactar su espíritu. En colaboración con Steiner, entrevistaron a todos los médiums, brujas y hechiceros del sur de Alemania. Si bien tal sociedad resultó provechosa para ambos, terminó subrepticiamente en la primavera de 1903, cuando fueron reveladas las frecuentes visitas de Von Tür a Anna Eunicke, la esposa de Steiner. El escándalo que esto ocasionó, agravado por el inesperado embarazo de Eunicke, obligó a Von Tür a emigrar a las Islas Marianas, entonces pertenecientes al Imperio Germánico.
“Agobiado por falsas acusaciones, y buscando descanso en una tierra nueva donde reinase la paz, la alegría y la pureza racial, decidime por las Islas Marianas.” (Op. Cit)
Mientras Von Tür se encontraba en su exilio auto-impuesto, Steiner se valió de una orden judicial para irrumpir en su despacho, apoderándose de los incontables apuntes de la última década, los cuales revisó y publicó en 1910, bajo el título de “Geheimwissenschaft im Umriss”. Von Tür jamás le perdonó esta traición.
En1911 regresó a Europa, luego de una affaire con la esposa del gobernador de las Islas, irónicamente llamada Mariana. Al estallar la Gran Guerra, Von Tür dictó una serie de seminarios, en que intentó convencer a sus compatriotas de que “El espíritu vanguardimetafísico jamás podrá alcazar su esplendor total, en tanto continúen existiendo razas corruptas e impías que lo desvaloricen.”
Perdida la guerra, Von Tür abandonó Europa continental, estableciéndose temporalmente en Islandia, donde, con ayuda de un druida, intentó contactar el espíritu de De La Chatouiller, fútilmente.
Con esto acaba lo que se conoce como la “primera etapa” en la vida del lego. En los siguientes años, recorrería el mundo, trabando relación con los grandes exponentes de la Neo-Vanguardia Metafísica, en ciencias y artes.
En un próximo post, desarrollaré el resto de la vida de este genio del pensamiento.

Imagen: “Retrato de Johann Von Tür en su despacho”. Pintura de Adolf Schreyer. 1897.